El origen de las piñatas

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Cada año, durante las fiestas decembrinas en México, tenemos la oportunidad de entonar el clásico “Dale, dale, dale, no pierdas el tino” al ritmo de una persona intentando romper una piñata en alguna fiesta o reunión. Las hay para chicos y grandes, y todos se divierten por igual pero, ¿sabes de dónde viene esta divertida tradición?

Origen 

Hay más de una versión del origen de las piñatas. Algunos historiadores aseguran que fue el aventurero Marco Polo quien introdujo la tradición en Italia, luego de una expedición a China y haber visto, según los registros, que alrededor de las celebraciones del Año Nuevo chino, la gente rompía figuras de bueyes y otros animales, rellenos de semillas. 

La tradición se extendió luego por toda Europa, llegando a México a través de los españoles. Tras la conquista, las piñatas adquirieron un simbolismo religioso, con el fin de ser utilizadas como medio de evangelización con las poblaciones indígenas. 

Por otro lado, según algunos historiadores, hay indicios de que una costumbre similar existía en el período de los mayas. De acuerdo con esta, ellos rompían con los ojos vendados una olla de barro colgada de una cuerda, que estaba rellena de cacao. 

Piñatas en el siglo XXI

Foto de @marcosecastillo, vía Freepik

Las piñatas en México tienen su origen en el ex convento de San Agustín, en Acolman, Estado de México, donde en el siglo XVI los frailes comenzaron a celebrar las “misas de aguinaldo” o “posadas” y, la primera piñata vio la luz tal y como la conocemos hoy en día, aunque con algunas variantes como tamaño y figura.

Las hay de distintas formas, tamaños y colores, aunque las más clásicas son en forma de estrellas con picos (tradicionalmente con siete). 

En estas fiestas decembrinas, la piñata se llena con dulces, cacahuates y frutas de temporada: naranjas, limas, mandarinas, tejocotes, jícamas, cañas y otras. 

La tradición

Foto de @wavebreakmedia_micro, vía Freepik

De acuerdo con la tradición, antes de pasar a “romper la piñata,” se deben vendar los ojos de la persona y debe girar sobre su propio eje —se cree que son 33 giros—.  Posteriormente, en las fiestas mexicanas se entona la siguiente canción para animar al participante: 

¡No quiero oro, ni quiero plata,

yo lo que quiero es romper la piñata!

¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino,

porque si lo pierdes, pierdes el camino!

Ya le diste una, ya le diste dos,

ya le diste tres y tu tiempo se acabó. 

Y tú, ¿ya tienes tu piñata lista?
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